Tailandia Sur
Primer tramo en la tierra de las sonrisas, donde efectivamente encontré muchas sólo en los primeros días 🙂
La ruta detallada, junto con el tramo previo por el sudeste asiático, en GAIA.
Después de la corta bajada desde el mirador de Perlis, última parada en mi ruta por Malasia, llegué a la frontera con Tailandia bien temprano a la mañana. Luego del trámite migratorio, me encontraba pedaleando rutas bastante diferentes.
Por un lado por qué en cuanto a infraestructura son rutas en muy buen estado, y con mucho más espacio para pedalear en la banquina que las que venía viendo en Malasia. Por otro lado, aunque el paisaje sigue mezclando selva con plantaciones de palma ó árboles de caucho, continuamente aparecen pequeñas montañas o paredes rocosas que le dan un entorno diferente.
Otro choque esperable fue el lenguaje, ya no se habla mucho inglés y cambiamos el alfabeto, lo que hace la comunicación un tanto más difícil y entretenida. Y muy sorprendente también la actitud amistosa de la gente, lo cual venía siendo increíble en Malasia, pero en Tailandia casi toda persona al costado de la ruta me saluda con una sonrisa, creo que se me cansaba más el brazo de saludar qué las piernas de pedalear.
Como de costumbre en un nuevo país, se hace necesario conseguir dinero local, y una tarjeta SIM. Para ello pedaleé esta mañana unos 40 km hasta Satun, primer ciudad al sur del país. En eso estaba cuando un cajero automático retuvo mi tarjeta de crédito, error mío mediante, y desafortunadamente era sábado. Debía esperar hasta el lunes si quería intentar recuperarla. Por suerte había coordinado con Pot para parar en su hogar ese día, y no hubo problema con que esperara hasta el lunes, por lo que los dos primeros días en Tailandia me encontraron descansando. Y comiendo bastante, había que introducirse en los nuevos, y algunos no tanto, sabores tailandeses.
Después de este fin de semana, y habiendo recuperado la tarjeta en la mañana del lunes, emprendí viaje hacia el norte. Hermosas rutas, incluso algunos caminos rurales que estaban en impecables condiciones. Y se empiezan a dejar ver las abundantes formaciones rocosas del sur de Tailandia, hogar de uno de los sectores de escalada más famosos mundialmente. Creo que la ansiedad que me producía me hizo pedalear 80 km sólo en una tarde.
Pernocté en un templo budista de un pequeño pueblo sobre la ruta. Otra cosa que se vé en el sur de Tailandia es el cambio gradual entre la predominancia de templos islámicos de Malasia, y la de tempos budistas de Tailandia. Increíble experiencia, hermoso lugar, el mejor de los recibimientos y comodidad para dormir en un quincho. Y además me despidieron la mañana siguiente invitándome a compartir el desayuno. Saliendo del templo, no empezaba a pedalear que de sólo estar parado en algún lugar los vecinos se acercaban a regalarme bebidas e invitarme a seguir comiendo, cosa que, para mi lamento, a veces tengo que rechazar. Increíble la amabilidad de la gente de estos lugares, más que agradecido de conocerlos.
Esta jornada no era muy larga, ya que pararía en la siguiente ciudad 50 km hacia el norte, Trang, donde me esperaba Kim y su familia. Así que los recorrí tranquilo, parando a descansar y esperar pasar la típica tormenta de la tarde en los jardines botánicos previos a la ciudad.
Después de un descanso en Trang arranqué temprano rumbo noroeste con el objetivo de llegar a la costa del mar de Andamán, específicamente a Ao Nang, a aproximadamente 140 km de distancia. Tratando de evitar lo máximo posible la ruta principal (Nº 4), recorrí caminos rurales espectaculares, aunque por momentos sin asfalto, lo que hizo la jornada bastante extensa. Aunque venía con buen tiempo para llegar, aproximadamente 20 km antes una pareja desde una camioneta me ofreció alcanzarme hasta el pueblo al verme pedaleando en la ruta principal…y por qué no? Seguía sorprendiendo la hospitalidad de la gente thai.
Krabi es sin dudas la provincia con las mejores playas de Tailandia, y posiblemente de todo el sudeste asiático. Me recordó instantáneamente la típica postal de las playas tailandesas, agua clara, arena blanca y enormes bloques de roca caliza cayendo directo al mar. Espectacular. Ao Nang no es precisamente la más pintorezca, pero es el puerto de partida a muchas de ellas, y a mi objetivo particular: Tonsai beach.
Tonsai no es el punto más turístico, sino un muy pequeño pueblo de onda mochilera rodeado de paredes de roca que lo hacen uno de los sectores más conocidos a nivel mundial para practicar escalada. Y todo eso es justamente lo que andaba buscando. No se trata de una isla, pero al no estar conectado por rutas con el resto del continente sólo se accede en bote, y la bicicleta quedó descansando unos días en un hostel de Ao Nang. Vecino a Tonsai, a 20 min a pie, se encuentra Railay, también con muchas paredes para escalar, pero también con oferta para otro tipo de turismo, por lo que hay más gente y más movida de fiesta. Así que hice base en Tonsai, donde conseguí un lugarcito excelente en la playa para la noche, y un hermoso lugar en una posada durante el día.
No voy a detenerme mucho en describir estos días fuera de la ruta de ciclismo, pero sólo puedo decir que fue una experiencia increíble, lo mejor de mi viaje por el sudeste asiático hasta el momento de escribir esto, y difícil de superar. Por la escalada, con vías espectaculares y vistas impresionantes, por las excelentes personas que conocí que me permitieron compartirla, por las playas y por la magia y la tranquilidad de este pueblito, que además se encontraba casi desierto en sus primeros días post-pandemia. Gracias Tonsai.
Vuelta a Ao Nang, con melancolía por dejar Tonsai y sin motivación para volver a la ruta, descanse una noche y de todas formas temprano al día siguiente tomé rumbo norte. No tenía un plan a seguir, y durante el día tuve que decidir si ir por la costa oeste u este. Decidí continuar un poco más por el oeste, ya que sólo había conocido Krabi, pero sin desviarme hacia Phuket, el otro gran punto turístico de la costa del mar de Andamán. Justamente por ese motivo, no quería visitar más ciudades turísticas como Ao Nang. Prefería seguir conociendo y parando en pueblos más auténticos thai. Ese día, después de unos 130 km alternando entre la ruta 4 y caminos rurales, volví a alcanzar la costa, en el parque nacional Khao Lak-Lam Ru.
Lindo lugar para parar, donde encontré un sitio de acampe cercano a la playa, aunque medio incómodo en un humedal. Las playas ya cambian bastante a esta altura, con bastante oleaje y sin las formaciones rocosas de Krabi.
Otro día por la costa oeste, aunque después de un tramo con vista al mar la ruta se aleja de la costa y continúa atravesando la selva. Tocó un día bastante lluvioso, en el que tocó parar un par de veces a esperar, pero en el que seguí pedaleando bajo la lluvia casi todo el día. Por suerte llegué a la casa de Alex, poco antes de Ranong, anfitrión de Warmshowers que me brindó su hogar para un buen descanso, y con el que compartimos un tramo de pedaleada la mañana siguiente.
Este día, después de unos 20 km, decidí girar en la ruta rural 4006, y cruzar hacia la costa este. En esta zona de Tailandia la península malaya tiene su menor extensión de costa a costa, por lo que se podía lograr en un día, aunque implicaba intensas subidas para cruzar la pequeña cordillera que las separa, y otros 140 km aproximadamente. Día duro, también con algunas lluvias, pero muy linda ruta y paisajes.
Llegué de noche a un pequeño pueblo en la costa del Golfo de Tailandia, donde conseguí lugar en un camping en la playa, en principio cerrado, pero un vecino del pueblo se encargó de prender las luces y permitirme acampar. También se encargó de traer una cerveza y quedarse compartiendo una charla hasta pasada la medianoche, un genio.
A la mañana siguiente, después de madrugar para disfrutar de un tremendo amanecer en el mar, seguí rumbo norte por caminos internos que van bordeando la costa. Una costa diferente, no tan desarrollada como la oeste, con pequeños poblados pesqueros, y con playas que no se comparan con las de Krabi, pero aún así una linda ruta para pedalear. Pasado el mediodía llegué a Chumphon, principal ciudad de la zona. En este punto, y debido a un cambio de planes de última hora, subí la bicicleta a un tren, y la mañana siguiente desperté en la capital: Bangkok!
Técnicamente no hubo cambio de planes porque no había plan, sino que una cita con la escalada en un área al norte de Bangkok para la semana siguiente me hizo apurar la llegada a la ciudad. Así que previo a pedalear un par de días hacia Tailandia norte, pasé algunos conociendo la capital del país.