Tailandia Norte y Laos
Arrivado el tren a Bangkok, tenía por delante tres días para conocer la capital antes de seguir viaje hacia el norte. Me alojé en un hostel del centro de la ciudad, en la zona de Khaosan, de las más concurridas, y aproveché esos días para caminarla, pedalear un poco hacia las afueras, tomar un masaje tailandés y descansar un poco.
Muy interesante ciudad. Lamentablemente entre los turistas es más conocida por la fiesta nocturna y su zona roja, puntos creado justamente para parte del turismo que concurre. Sin embargo, es una ciudad que tiene mucho más para ver, mucha oferta cultural, innumerables templos budistas, callejones y canales para perderse, y muchísimos puestos de comida callejera, mi favorito.
Una ciudad que mezcla zonas modernas occidentalizadas con auténticos barrios tailandeses, y bastante adaptada al turismo, lo que la hace el principal punto de ingreso al sudeste asiático para los viajeros.
Vuelta a la ruta, el primer día apunté hacia la ciudad de Ayutthaya, antigua capital del reino de Siam, cuyo principal atractivo actualmente son las ruinas de los templos budistas de la ex capital. La ruta desde Bangkok no es de lo más atractivo, como se puede esperar de una ruta que sale del gran aglomerado urbano, aunque por tramos me desvié hacia algunos caminos secundarios que pasaban por pequeños e interesantes pueblos. A media tarde, sin haber llegado a Ayutthaya, comenzó una tormenta muy fuerte, y antes de que se pusiera peor pregunté para alojarme en una escuela que se encontraba sobre la ruta, en Bang Pa-In. Me recibieron un grupo de niños que pasaban el fin de semana en la escuela entrenando fútbol, y me tramitaron el mejor alojamiento que tuve en muchos días. Una experiencia increíble.
El día siguiente, por la mañana, llegué a Ayutthaya y visité la zona de los templos durante un par de horas, para seguir camino al destino final de ese tramo: el campamento de escaladores de Nam Pha Pa Yai.
Pasamos con la compañera de escalada que había conocido en Tonsai, Nicole, 4 días de escalada intensa y espectacular en paredes y cuevas cercanas al río Pasak, en un hermoso camping y encima sin gente durante la semana.
Después de aprovechar y quedarme un día más de descanso en Nam Pha Pa Yai, continué camino hacia el norte. Al igual que en los días previos de pedaleada, en esta zona del país predominan los paisajes llanos, con muchos campos de arroz, y unas pocas formaciones rocosas que asoman de vez en cuando, que puede tornarse un poco monótono.
Pasado el mediodía, llegué a Lopburi, y en ese mismo momento decidí tomar el tren hacia Chiang Mai y saltar la parte central que quedaba. Así que rápidamente cerré el paso por esta zona, para seguir pedaleando en Tailandia Norte, hacia las montañas y el fresco (o calor no tan intenso).
Después de un día en Chiang Mai, la capital del norte y una linda ciudad para recorrer, reconocida también por sus templos, y aprovechando que era domingo y se desplegaba el impresionante mercado nocturno a lo largo de muchas cuadras del centro histórico. Un día para disfrutar de mucha comida de puestos callejeros 🙂
A la mañana siguiente comencé la pedaleada hacia el norte, por rutas que suben hacia la frontera con Myanmar, con unos grados menos que la parte baja de Tailandia, y con algunos paisajes de montaña que comenzaban a aparecer. Linda pedaleada. Casi a última hora del día, despues de unos 90 km, llegué a un pequeño pueblo en la frontera con Myanmar: Ban Arunothai. Me alojé nuevamente en un templo budista, donde muy amablemente me permitieron armar la carpa bajo techo 🙂
El día siguiente continué rumbo este, bordeando la frontera, por muy lindos caminos de montaña, pero muy exigentes también, naturalmente. Una ruta con muy pocos pequeños pueblos aislados, y que sube y baja varias veces, pasando por muy lindos miradores de los valles a ambos lados de la cadena montañosa.
Por la tarde llegué a Doi Ang Khang, un pueblo aledaño al sitio de agricultura de la realeza, una especie de jardín botánico de cultivos locales. Desde ahí quise continuar un poco por la frontera y bajar al pueblo de Fang, para lo que seguí las instrucciones de Google Maps, que no tuvo en cuenta que parte del camino cruzaba el control fronterizo, y no me quedó otra opción que dar la vuelta. La vuelta implicaba subir todo el desnivel que ya había bajado desde la montaña hacia Fang, por lo que el día me quedó corto para llegar a algún camping o poblado, y decidí acampar libre escondido por algún lugar de la selva.
Al día siguiente, ya con energía para terminar la subida, terminé de desandar el camino y bajar hacia el otro lado, camino a Fang por caminos rurales muy lindos (y lentos por el barro), no sin antes tener que parar unas tres horas por una tormenta intensa. Pasando por Fang al mediodía, aproveché para comer mientras pasaba otra tormenta, y seguí camino por la ruta 1089, que va directo hacia el este. Ya no es una ruta con tanto desnivel, dado que transcurre por la zona baja de las montañas de la frontera, y sin embargo también tiene buenos paisajes. Por la tarde llegué a la zona donde la ruta cruza el río Kok, y decidí desviarme a un pueblo aledaño al río donde figuraba un camping en el Maps. No había tal camping, o no había nadie al menos en ese punto, sólo un campo de maíz en donde de todas formas decidí armar la carpa. Resultó ser muy buen lugar para pasar la noche, y además gratis 🙂
El siguiente día continué por la misma ruta, y por caminos rurales por campos de arroz que acortaban un poco el camino y salían de la ruta principal hacia el triángulo de oro. Este es el punto donde convergen las fronteras Tailandia-Myanmar-Laos, conocido con este nombre por ser el punto neurálgico de la producción y comercio del opio. Era más un punto histórico que paisajístico, pero recorrí esos 90 km ese día para verlo, encontrándome con mucho turismo local en los miradores del mismo.
Luego de unas horas en el sitio en cuestión, pedaleé un par de horas más volviendo dirección sur por la costa del icónico río Mekong, que en esta zona separa Tailandia de Laos. El objetivo era llegar al puente que oficia de paso internacional a esa altura y cruzar a Laos, aunque sería el día siguiente. Después de muchos días de acampe libre, me venía bien algo mas organizado con al menos una ducha, aunque me estaba siendo complicado encontrarlo, otro camping más del mapa que estaba cerrado o no existía, y cuando seguía pedaleando en la ruta, encontré un puesto de descanso armado por la dirección de autopistas, donde no sólo me dejaron acampar, sino que me permitieron hacerlo bajo techo, con acceso a ducha y agua potable. Las cosas increíblemente buenas que seguían sucediéndome en Tailandia hasta el día de despedida.
Quedaba sin embargo una mañana más de pedaleada por Tailandia, en otra intensa subida que cruza la montaña que me separaba de Chiang Khong, último pueblo antes del paso internacional. Linda ruta de todas formas, que regala varias buenas vistas del Mekong desde lo alto.
Almuerzo, trámites migratorios, y pasado el mediodía ya me encontraba en la República Popular Democrática de Laos.
Laos
El cruce a Laos, aunque esperaba que fuera sólo una cuestión de atravesar un límite político, fue un cambio impactante. Muy diferente al otro lado del río, al menos en esta zona del país.
Volví a circular por la derecha! Después de más de 4 meses en países con circulación vial por la izquierda, la costumbre me hizo tener un par de casi accidentes el primer día cuando venía distraído. Después del cruce tomé la ruta 3, que se dirige al noreste en dirección a la frontera con China. La idea de este tramo era atravesar la zona norte de Laos y llegar a Vietnam, donde finalizaría el viaje. Pero pasaron cosas.
La ruta ya no era tan poblada como las de Tailandia, cada muchos km encontraba pequeños poblados, con muy pocos servicios. Eran comunidades que vivían en condiciones bastante precarias, en muchos casos sin acceso a gas, electricidad o agua potable. Mi interacción con la gente de estos pueblos era muy poca, ya que paraba a comprar algo de alimento o agua, pero obviamente no conocía el idioma (más que hola y gracias, que era parecido al thai), nadie hablaba inglés, y ahora no contaba con el apoyo del teléfono para hacer traducciones. Conseguir una tarjeta sim era imposible, y cuando la conseguí, no anduvo.
Aún así, me recibían de la mejor forma, siempre con una gran sonrisa, y todos los pequeños siempre corriendo a la bici y saludando. Era suficiente para sentirme bien recibido, y seguí pedaleando, parando a comprar comida y agua en algunos de estos pueblos, y acampando en cualquier lugar por 3 o 4 días. Eso era lo bueno de la menor población del área, siempre había lugar para tirar la carpa.
El paisaje y el clima también cambiaron bastante. Mucho campo de arroz, y una zona muy montañosa, muy. No con grandes picos, pero si con montañas todo el tiempo, la ruta era subir una cuesta, bajarla rápidamente, y llegar a la siguiente subida, nada de planos. Sumado a esto, hacía muchísimo calor. No llegué a entender la diferencia con las montañas del norte de Tailandia. Si era por menor cobertura con bosques, si porque estaba levemente más al norte, si me tocó una semana particularmente caliente…pero el calor se sentía mucho, y era de 10 am hasta 17 pm, por lo que siempre tocaba pedalear unas horas bajo el sol. Algunos días donde una tormenta caía a la tarde dejaba un par de hs más agradables de pedalear antes de la noche.
Luego de 3 días llegué a la primer ciudad, o pueblo grande: Luang Namtha. En este punto decidí acortar el viaje, y dirigirme en algún medio de transporte a una ciudad, o hasta la frontera con Vietnam. No era por la sufrida pedaleada que venía teniendo, aunque sumaba, sino que principalmente por otros asuntos personales, me había enterado justo antes de pasar a Laos que tenía una entrevista virtual, para lo que necesitaba estar en un lugar con conexión, y venía viendo que en esa zona estaba algo complicado. Por otro lado, este mismo asunto, de concretarse, me generaría la necesidad de acortar el viaje. Así que decidí acortarlo en ese momento un par de semanas, y dirigirme anticipadamente al siguiente destino en agenda: Nueva Zelanda 🙂
También el camino a seguir estuvo ayudado por la oferta de transporte que había en esa zona, que no era mucha, o era incierta algunos días, y en lugar de ir en dirección a Vietnam bajé con ayuda de buses hasta Vientiane, la capital de Laos, y luego de cruzar hacia Tailandia nuevamente, en tren a Bangkok, donde me despediría de este gran viaje por el sudeste asiático 🙂
2 Comentarios
Carlos Alberto Rinaldi (Charly)
Excelente, imponente y de libro, me encantó, y te felicito Leandro, lo que demostras es que si se quiere se puede, genio.
Abrazo grandisimo y a delante con esas emocionantes aventuras que al final es lo que uno se lleva puesto jaja.
larotoneta
Gracias Charly!!! Un placer haberte cruzado en esta experiencia, un abrazo grande y te espero para la revancha del ping pong.